Se nos olvidó que se sufre de noche
cuando las cervezas son insuficientes
y la alegría llega tarde, a cuentagotas;
que no hay lugar para los que bailan
de dos en dos demostrando su astucia,
cuatro piernas pegadas, cuatro brazos,
formando un Shiva obeso que sonríe.
Nadie se levanta de su asiento para recordar en un brindis
con palabras confusas una pena inconclusa
y sólo mueve la silla
para encaminarse rápidamente al sanitario y ahogarse.
Se nos olvida la noche que fue hecha para el llanto,
para el aullido perpetuo recluido en cervezas,
para seguir agrandando, agrandando la herida
que no sanará con el amigo perfecto.
Descuidamos la noche y los telones cayeron.
Las palabras sobraron, el silencio se impuso.
Y nadie quiere encontrarse en la noche que falta
la de mañana, la del próximo día,
la seca noche falta de todo licor,
la de las mujeres frígidas fingiendo su orgasmo,
la de los hombres tendidos en asfalto de plata,
la de sueños revueltos con cenizas y tierra.
Tú respondes a todo con acento extranjero,
con risa nerviosa,
olvidando que anoche descuidamos la noche,
nos quedamos dormidos.