Memo juega a ser Flash. Corre por los más inhóspitos lugares, entre árboles y zanjas, escala a lo más alto de la montaña más alta, libra precipicios y escala por escarpadas rocas de peligrosas siluetas, pero al llegar a una empinada resbaladilla se detiene, me mira, me dice "papá, ¿me das la mano?" y se anima a llegar al suelo tomado de mi mano, para comenzar a recorrer el mundo a la velocidad de Flash.

Ya lo sé. Detesto esto. Pero debiera existir una manera de evitarlo, sin lastimarla. Quizá odiando un poco. "Ojalá el sexo no fuera tan maravilloso" dice una azafata mientras le habla a un desconocido ruso, confesando su estupidez. Igual que yo, que confieso ser aún más idiota. Total, de eso me alimento de tanto en tanto. De ser un poco estúpido en ocasiones.