¿No oyes ladrar a los perros?
Juan Rulfo
La semilla se ha sembrado junto a las cicatrices de la tierra. Mis ojos son arrasados por los ríos de agua, mis ojos son los ojos de agua que alimentan los ríos que arrasan mis ojos. Bárbara ¿No oyes ladrar a los perros? Su sonido es veloz como la liebre. Han de estar por aquí, buscando luz. De las semillas que brotan de la miradas, se perpetua la imagen y se da la vida. La noche es espesa y las nubes ocultan la luna ¿no oyes ladrar a los perros? Estoy cerca del patio de los que en la hoguera del corazón perecen, estoy cerca de ser un ritual en ese patio. ¿quién dijo que la tierra era nuestra madre? Se equivocaron. La tierra es nuestra abuela no la madre; es la hija, no la madre. Escucha bien, por algún lugar en el cielo se deben de escuchar sus ladridos. No estás cerca de mí pero doblas mi cuerpo, me pesa tu ausencia. El rito esta terminando. He cerrado los ojos y me he recostado en la tierra que piso, tengo el sueño marchito y duro como piedra. Mi almohada se llena de agua del río de mis ojos. No duermo. No te oigo. ¿Respiras? Todavía podemos llegar al pueblo y decirle al señor que carga la leña que tenemos frío, que nos de agua, que nos regale sueño. Mira el monte, allá atrás estábamos hace rato, allá tras el monte comencé a cargar tu ausencia. Allá quedó sembrada tu semilla bajo las cicatrices de la tierra y mis ojos fueron los ojos de agua de los ríos. Bárbara ¿No oyes ladrar a los perros? Si no llegamos juntos llegaré yo. Si llegas conmigo te regalaré tu ausencia. En el día se verán las casas y tal vez no lleguemos a decir nada. Pero si llego solo juntaré tu ausencia en mis manos, la bajaré de mis hombros y se la daré a la tierra para sembrarte. El camino aún es largo. La tierra aún es fértil. Mis pasos suenan huecos mientras avanzo cargando tu ausencia. Las piedras, los ríos, la tierra, quedan sepultados bajo la penumbra de la noche. Y mi grito se pierde en este delirar de montes y de cipreses y de árboles desnudos. Te vuelves más ligera como el viento en mis espaldas. Te nombro y no me escuchas. Bárbara ¿no oyes ladrar a los perros?
3 comments:
¿Por qué tanta ansiedad Fico? Disfruta su presencia, toda ella... mientras la tienes. Cuando no la tengas, entonces háblale a su ausencia, ella no dejará de ser tu amiga.
Mil besos sabor almendra.
Atte. Dra. P.
No se puede dejar de pensar en el agua que moja nuestras tierras, porque cuando no lo hace somos el polvo que no se ve, somos el polvo que solo estorba.
Federico, negarse al sufrimiento no es suficiente cuando se ama, llorar es un buen remedio. Espero pronto encuentres la mujer que bese una a una tus lágrimas, mereces eso y más!
Besos.
Federico, Felicidades por tu blog, es totalmente hermoso.
Anónima, tienes razón en lo que dices, luego nos converimos en el polvo que solo estorba.
Me gusta el blog porque hay personas con sencibilidad.
Felicidades de nuevo a ambos.
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