Se me olvida que debo olvidar, ahogar entre palabras pegadas a los muros los recuerdos que me quedan. Todo sería más fácil entonces: no habría carros arrastrados por centauros, ni piedras atravesadas a mitad del camino invitándome a caer. Las veces que me arrastro me han dado la imagen de una víbora y mis palabras escasean en monosílabos seseantes. Nada más hermoso que ese sonido sutil y silencioso, silbido sordo, incesante. Me parece haber llorado tantas veces desde entonces, reído famélicamente y puesto a dormir mis ansias de vida. Eres como el verdor de la primavera, me dijiste mientras paseábamos a la orilla de una playa en Veracruz. Pero ya no podía oír sino mi silencio, mi seseante silencio.
Escasean las palabras desde entonces. Y me arrastro siguiendo esa maldición que nos persigue: la tierra me preña de vida, como manzano fértil en el desierto. Alguien come de mi fruto ahora que escribo, y miro hacia arriba, víbora-dragón, con alas y con fuego.
4 comments:
Y hay monosílabos que son discursos enteros; silencios tan estruendosos como truenos en plena tormenta.
Gracias por compartir.
Veracruz tiene magia; supongo...
Saludos!!!
Manelich: Y vaya si lastiman los oídos.
Miriam: Una muy especial.
Un abrazo
A mi también me cuesta olvidar...
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