I
Erandy colecciona momentos, fracciones de tiempo
suspendidos, movimientos de danza imposibles para el cuerpo. Los guarda en
secreto. Los recuerda cuando camina, los admira sola, cuando se baña y el agua
recorre su piel intentado mirar dentro de ella, cuando sus manos se posan
suavemente sobre la piel de sus fantasmas y al final del día, ya cansada, los
acomoda nuevamente en su lugar, los protege con la almohada y duerme, duerme
con el secreto de sus momentos segura, tranquila, amorosa.
II
Erandy conoce muy bien el sabor de los silencios. Sus labios,
expertos catadores, saborean cada silencio que emana de cada beso, de cada
sonrisa, de cada segundo. Cada cosa calla a su manera en los labios de Erandy. En
las noches de lluvia, cuando la luz de los rayos ilumina la noche, asoma su
cuerpo al cielo y bebe el tiempo de las nubes, la historia de los hombres en
forma de diminutas gotas y saborea el silencioso mundo de los que han llorado
amargas lágrimas de pena, dulces lágrimas de dicha y tiernas, frescas, lágrimas
de vida.
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