En cualuier lugar, no
Debería estar todo en silencio, pero no, hay una romería. Debería sentirme solo, sin nadie a mi alrededor, pero me siento invadido. Unas carcajadas me desconcentran y no hay manera de prestar atención a esto por mucho tiempo. Así que pienso: me voy a mover, en dos minutos más me voy de aquí. Hace cinco minutos de eso y aquí sigo. Alguien se sienta junto a mí y me incomoda, que se busque otro lugar, otra silla. Pero se nota pensativa y triste, así que le sonrío suavemente. Hace frío, entra aire por las ventilas y hace frío. Afuera juegan y se comportan como si este lugar no fuera serio. Allá arriba gritan de nuevo. No me concentro, no puedo, que se callen, según leo es tiempo de luto. No debería quedarme aquí, debería levantarme, comer algo, estirar las piernas. No pensar. Miro el reloj, de nuevo pongo límites, de nuevo los rompo. El silencio es imposible, cuando logran callarse alguien respira, otro carraspea, otro bosteza. Para romper el tedio que se me impone, enciendo la música de mi computadora personal, apenas la oigo yo, pero logra opacar los ruidos de más allá. No sé si quiero irme, sólo quiero acabar con esto, y luego quedarme sentado, sin hacer nada, sin escuchar a nadie, hasta que todos se vayan, para que nadie me moleste mientras hago nada, y decir “en dos minutos me voy” y poder irme. Eso es lo que quiero hacer, levantarme en dos minutos e irme, porque nadie respeta el “Favor de guardar silencio” de esta biblioteca mientras leo Dos bodas y un funeral.
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